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                                 GONGS

Desde una perspectiva energética, esta herramienta de sanación afecta y beneficia nuestro sistema nervioso, a través de la creación de mezclas sonoras alquímicas que son capaces de abrir conexiones y desarrollar nuestro ser interno.

 

Con el “baño de gong” no hay contacto físico. Solo hay que dejarse llevar por el sonido para nutrirse con las ondas que emiten el gong y otros pequeños instrumentos ancestrales. La vibración, el eco y las resonancias invaden la mente y masajean cada una de las células del cuerpo, procurando la amortiguación y la extinción de tristezas.

 

         EN QUÉ CONSISTE EL BAÑO DE GONG

 

Todo lo que tenemos a nuestro alrededor está vibrando a una determinada frecuencia, tanto si lo oímos como si no. Las frecuencias de sonido pueden afectarnos a nivel celular y condicionar lo que sentimos o incluso nuestra manera de actuar.

 

Esta práctica de sanación sonora utiliza la vibración y la frecuencia para ayudarnos a reducir el estrés, alterar la conciencia y crea una profunda sensación de paz y bienestar que mejorará nuestra salud.

 

Se requiere vestir ropa cómoda y, sobre una esterilla, adoptar la postura de savasana o cualquier otra que resulte confortable y placentera. Un foulard puede resultar especialmente útil para protegernos del probable descenso de la temperatura corporal.

 

No hay que esperar que pase nada concreto. Cuando el cerebro sintoniza con las vibraciones, el cuerpo hace lo que precisa: quizá relajarse y dormirse, quizá inquietarse y emocionarse…; y es que cada experiencia y a cada instante, es como cada ser o como cada sonido: distinto, único e irrepetible.

 

El gong proporciona ese sonido a través del cual todo individuo puede llegar a reconocer la esencia primigenia y originaria del Universo.

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